Desde el año 2014, cada 22 de julio se celebra el Día Mundial del Cerebro, una fecha para poner el foco en la salud mental y para dar mayor visibilidad a los trastornos cerebrales, entre los cuales en la edición de 2021 se tratará particularmente a la esclerosis múltiple.
La fecha para esta efeméride tan especial fue determinada por la Federación Mundial de Neurología (WFN, por su nombre en inglés: World Federation of Neurology). Este dato aporta una pista clave, ya que la jornada más que centrarse en el cerebro como órgano vital, pone la atención en sus principales trastornos.
Tal como la misma Federación expresaba en 2014, las enfermedades que afectan al cerebro constituyen la mayor causa de discapacidad en el mundo, y por eso es imprescindible hablar de las funciones del cerebro, alertar sobre las fallas y generar una mayor conciencia para prevenir anomalías.
Cuáles son los principales trastornos cerebrales y cómo prevenirlos
Por definición, los trastornos cerebrales son todas aquellas enfermedades en las que se produce una afección al órgano cerebral. Algunas de las más comunes son las siguientes:
-Apoplejía.
-Epilepsia.
-Depresión.
-Esclerosis múltiple (EM).
-Enfermedad de Alzheimer.
-Enfermedad de Parkinson.
-Accidente cerebrovascular (ACV).
El Día Mundial del Cerebro, entonces, se presenta como la oportunidad ideal para concientizar en la prevención de estas enfermedades. En este sentido, es elemental la consulta al médico y los hábitos diarios para reducir las posibilidades de padecer uno de estos trastornos.
La WFN recomienda las siguientes actividades:
-Hacer ejercicio físico.
-Llevar una alimentación saludable.
-Evitar el consumo de tabaco, alcohol y drogas.
La esclerosis múltiple y el Día Mundial del Cerebro en 2021
Desde que impulsó la celebración de esta fecha en 2014, cada año la WFN dedica el día a abordar una temática específica. En este 2021, la jornada se encuentra centrada en lo que es la esclerosis múltiple (EM).
Se trata de una enfermedad neurológica que afecta a unos 2,8 millones de personas en todo el mundo y alcanza a personas de todas las edades.
Una de las claves es capacitar a los profesionales de la salud para que puedan detectar este trastorno lo antes posible y garantizar el acceso a un tratamiento adecuado para quienes reciban el diagnóstico.